Normalmente nos planteamos la pregunta de un modo retórico ¿cuánto gasta mi caldera, mi máquina de aire acondicionado?. No sería más lógico preguntarnos ¿cuánto gasta mi vivienda?
El empleo de un tipo u otro de generadores de calor o frío, la utilización de un tipo de combustible o energía tiene un influencia directa en el gasto energético (y por tanto económico) de nuestra vivienda, pero la capacidad que tiene la envolvente de un edificio para dejar pasar energía más o menos fácilmente es la base para encontrar la respuesta.
En el año 2.007 el IDAE basándose en datos estadísticos sobre el consumo energético de una vivienda imputaba un 46% del consumo a la calefacción, un 21% al agua caliente y dejaba el 33% restante a otros usos como pueden ser el de iluminación, electrodomésticos, etc.
Lógicamente estos porcentajes varían año a año, y son muchas las variables tales como: zona climática donde se ubica el edificio, calidad constructiva, el nivel de aislamiento, los rendimientos de los equipos instalados y la tipología más o menos adecuada de los mismo, todo ello sin olvidarnos de los hábitos de confort de los usuarios.
Si tenemos en cuenta que el porcentaje de viviendas que desde su construcción se dotan de equipos de aire acondicionado está aumentando considerablemente y cada vez más se considera el aire acondicionado necesario en zonas cálidas (al igual que viene sucediendo con la calefacción en zonas frías), cada vez resulta más necesario controlar el continuo intercambio de energía con el ambiente exterior, ya sea porque la vivienda la acumula, la absorbe o la cede. O dicho de otra forma podemos intentar influir en casi el 50% de la energía que consume nuestra casa.
Aspectos como pueden ser la tipología constructiva (compacta, aislada, etc.), volumen, situación geográfica, orientación, materiales de construcción empleados, número y dimensiones de las carpinterías, aislamientos empleados, acabados y colores empleados en la fachada son factores de los que depende mucho ese intercambio de energía.
El calor siempre se desplaza de donde hay más a donde hay menos y la transferencia es mayor cuanto mayor es la diferencia entre las temperaturas del ambiente caliente y frío. Este desplazamiento de energía se efectúa en su mayor parte por transmisión al exterior a través de paredes, techos y suelos. Los sistemas de ventilación de que disponga la vivienda también tienen gran importancia en las pérdidas o ganancias que podamos tener.
Considerando lo dicho anteriormente, a mejor aislamiento de la vivienda menor va a ser la energía que se nos va a escapar (o introducir en verano cuando en el exterior de la vivienda haga mucho calor). Toda la energía que perdemos es la que tenemos que volver aportar para poder mantener la vivienda dentro de un rango de temperaturas y parámetros de confort.
¿Debemos empezar a plantearnos las medidas pasivas con las que cuenta nuestra vivienda?. ¿Es excesiva la importancia que le damos a los consumos y rendimientos de nuestros generadores de calor y frio?
Se da la paradoja que algunas CC.AA. subvencionan determinados equipos (biomasa y geotermia principalmente) en función de los KW el mismo, es decir una caldera de mayor potencia tenemos una subvención mayor, con lo que el resultado es que las viviendas peor aisladas y que tienen una mayor demanda energética cuentan con una mayores ayudas.
¿Es justo?